Las mujeres tuvieron un papel muy especial durante las guerras, y en especial, en la Guerra Civil Española, aunque los protagonistas oficialmente solían ser los hombres. La mujer tuvo dos papeles fundamentales: por un lado, estuvieron las milicianas y, por otro, las mujeres en retaguardia.
Las milicianas fueron esas mujeres que lucharon en la guerra para defender el bando republicano. Estas causaron un gran revuelo en las trincheras por su condición femenina y su actitud desafiante ante los hombres, que no las consideraban casi ni rivales. Por ello, estas mujeres marcaron un antes y un después en la historia de nuestro país, ya que demostraron ser fuertes, luchadoras y, además, consiguieron romper muchos tabúes sobre el género femenino en esos tiempos.
Sin embargo, tiempo después, fueron expulsadas de los frentes por la presión de las autoridades militares y políticas, las cuales manifestaban que estas “no estaban hechas para ese tipo de trabajos”. De esta manera, muchas se retiraron a la retaguardia porque la heroicidad del frente quedó solamente para los hombres.
Se le pide a la mujer que aprenda el manejo de las armas y que sea útil en la retaguardia: confeccionando ropas, atendiendo hospitales, heridos, niños, ancianos, recogiendo la cosecha… y todo eso, sin abandonar sus labores del hogar y el cuidado de sus familias. Tenían una labor que no era para nada fácil, ya que les ocupaba prácticamente todo el día. Es decir, hay un cambio, pasan a ocupar el papel del hombre en las fábricas, oficinas, industrias, tranvías… e irrumpen en la producción, aunque solo sea como reemplazo de este mientras se encuentra en el frente.
En la Comunidad Valenciana y más ciudades de la costa, como Barcelona y Cartagena, estas mujeres trabajaron en las industrias de material de guerra, munición y metalúrgica, donde tenían los mismos turnos de trabajo y horarios que los hombres. No solo trabajaban en fábricas de esta índole, también en industrias de aluminio, del transporte, médicas,
químicas, eléctricas, del calzado, de curtidos, turroneras, harineras y alimentarias entre otras.
El fin de la Guerra Civil, la cual duró tres años, supuso un retroceso para la mujeres. La
victoria de una manera de pensar sobre la otra determinaría un cambio radical, perdiendo
todo lo que se había ganado.
En la paz y en la guerra, igual la mujer que el hombre. Con los mimos deberres y obligaciones. Con los mismos derechos (…)
La mujer alicantina ha sentido la angustia del correr por las calles en noches frias y crueles en busca de un refugio que la amparase de la metralla cobarde.
Ha sentido el supremo dolor de oir los lamentos de sus hijitos que con los ojos muy abiertos por le espanto, se apretujaban sobre su pecho.
Ha sentido en su alma la opresión que ahoga, de ver a otras madres y a otros niños llorar y gritar… Ha sentido la despedida, desgarradora pero con el semblante sereno, de las despedidas de los suyos…
¿ Quién habló de indolencia?¿Quién dijo de pasividad de la mujer de Alicante? No puede haber nadie. Quien así se expresó o es un insensato o no conoce Alicante.
PERIÓDICO EL LUCHADOR, Nº9153, Alicante, Lunes 23 de Mayo 1938